Confesiones literarias I. El escritor que nace y el escritor que se hace.

Con esta primera entrega de mis confesiones literarias, comienzo una serie de publicaciones en el blog dedicadas a explicar algunos detalles de la creación literaria que no siempre se explican en los talleres. Algunos de estos detalles sólo se consiguen por medio de la experiencia; otros, simplemente, no se conocen; y otros, a pesar de conocerse, no suelen revelarse.
Debo aclarar que el contenido de estas entradas es puramente subjetivo, está basado en mis propias vivencias, y viene a completar algún aspecto de lo escrito sobre técnicas narrativas, en este mismo blog.

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La primera de mis confesiones literarias gira en torno a la eterna pregunta: ¿el escritor nace o se hace? He conocido a profesionales que insisten en que el escritor nunca nace, sino que se forma a partir de la práctica y la lectura. Bueno, no les puedo negar parte de la razón, pero no toda.
Es cierto que un escritor no nace sabiendo escribir, así, sin más. El proceso de formación literaria es lento, y dura toda la vida. Estoy convencido de que hasta los escritores más consagrados declararán, si se les pregunta, que aún tienen mucho que aprender.

No obstante, es un error negar que hay quienes nacen con cierta predisposición creativa. En este sentido, durante los últimos años he comprobado que quienes defienden que sólo existen los escritores que se hacen, y niegan una capacidad innata para la creación literaria, son en todos los casos profesores de talleres literarios. Este detalle se me antoja un poco sospechoso. Ahí lo dejo.

No nos equivoquemos ni nos hagamos ilusiones, un escritor, un verdadero escritor, nace con la creatividad. Esa creatividad no puede adquirirse de ninguna forma, ni con ningún aprendizaje posible. Es así de claro, y así de duro.

¿Puede alguien que no tiene dicha creatividad convertirse en escritor? La respuesta es sí. La práctica, mediante la lectura y la escritura (los talleres literarios también están bien, pero nunca los consideraré necesarios), terminarán dotando de cierta técnica a quien desee escribir, es lógico. Puede llegar a convertirse en un profesional, pero nunca dispondrá del alcance de quien ha nacido con las dotes.

En la próxima entrega me ocuparé de un importante truco literario: cómo ocultar errores de trama, tomando como ejemplo una de mis películas de ciencia ficción preferidas: Matrix.



5 comentarios:

Isabel Merino González dijo...

Miguel Ángel, estoy de acuerdo con lo que comentas. El gusano de escribir me tentó desde bien pequeña, cuando apenas conocía tan pocos libros como años tenía, pero no podía dejar de hacerlo, todo eran historias que contar, que adornar, que reescribir, que comentar. Todos eran personajes. Con los años, y muchas lecturas mediante, me di cuenta de que ese apego a la escritura, esa necesidad creativa, no era suficiente y me apunté a unos talleres literarios donde pude aprender técnicas, a escoger narradores, a diferenciar trama de subtrama, personaje principal de personajes secundarios, qué era un nudo o un desenlace, la importancia del principio y del final, o cómo escribir cuentos y diferenciarlos de las novelas. Efectivamente, todo esto puede hacer a un escritor, pero soy de la opinión de que además de todo lo que se puede aprender en un taller y con la lectura, hay algo que te viene de dentro, que vive contigo, desde siempre, y eso, no se aprende, pero sí se mejora.

Estoy deseando leer tu próxima entrega.

Saludos

Isa Merino

Unknown dijo...

Gracias por tu comentario. Ha sido muy interesante.

fatalboy dijo...

Aunque no tuve el gusano de escribir desde pequeño, si lo tuve por el dibujo, aunque siempre había esta necesidad de crear historias, imaginando diversas situaciones. hasta hace dos años me puse a escribir historias. Pero ya antes lo había intentado, solo por diversión. Creo que esta intención de ser crear siempre estuvo allí. Pero aun así me faltaba creatividad. Creo que la he conseguido, pero casi siempre que creo algo me baso en alguna idea o experiencia propia o ajena recolectada, y le doy una historia. No se, señor Miguel Ángel, aun me falta mucha constancia, pues nunca termino ninguna de estas historias. Pero quiero ser escritor, lo se en mi corazón, quiero crear historias y personajes y transmitir emociones. Mas, aun así, tengo miedo, siento que no podre escribir nada que valga la pena y que la gente disfrute. Cree usted, ¿que haya nacido escritor?, le pido consejo, pues es usted uno. Y me gustaría saber si alguna vez llego a sufrir estas dudas, y si hay algo que pueda hacer para aprender a escribir una historia, sin dejarla a la mitad.

Ansioso de leer su respuesta, y sus publicaciones en este blog,
Juan Camilo

Unknown dijo...

Hola Juan Camilo
Es difícil desde mi posición poder decir si tiene aptitudes o no. Lo mejor que puede hacer es preguntar a quienes le rodean, y de entre ellos, a los que sepa que van a darle una respuesta sincera. Entretanto, busque la forma de escribir con asiduidad y pierda el miedo a mostrar sus trabajos.

Valdemar dijo...

Buenas reflexiones.
Creo que es una combinación de las dos cosas.
Pero el talento se tiene o no se tiene.