El pirateo de obras literarias en Internet

En los últimos días se ha elevado cierto revuelo a raíz de un artículo del escritor Teo Palacios, hablando sobre el aumento y fomento del pirateo de obras literarias. Recomiendo leerlo. No es muy extenso, y explica de manera precisa y clara una realidad: para los autores el pirateo significa una merma en nuestras ganancias. Es un problema, porque muchos no es que vivamos precisamente en la abundancia.

Teo apunta que en nuestro país se piratean ya el 40% de los libros. Y además no parece ser cuestión de precio: se piratean obras que se pueden adquirir por unos pocos euros, o incluso menos de un euro, o cuyos fondos van destinados a obras solidarias. Se piratea todo. 

Su artículo es muy interesante, y refleja algunas de las opiniones sobre las que se escudan algunos de los que se bajan obras gratuitas. 
Yo, como autor pirateado que he sido -y soy-, he leído punto por punto cada uno de sus argumentos, y he querido sumar mi opinión a las muchas que ya se han vertido en las redes sociales. Resumiré lo que pienso sobre el asunto, basándome en el artículo de Teo, y os dejaré meditar y opinar sobre ello. Advierto que algunos puntos son, por su propia naturaleza, utópicos, pero no por ello dejan de reflejar mi opinión:

  • Una obra literaria puede ser cultura o puede ser simplemente un artículo de ocio, o puede ser ambas cosas. La transformación de una obra desde un mero objeto de entretenimiento a la categoría de reconocible desde la cultura es impredecible, puesto que dichos criterios no están sujetos a la opinión del público de la época en la que se escribe, y porque la definición de cultural o no cultural hace mucho que no está sujeta a un canon.
  • Dicho lo anterior, y partiendo de que cualquier obra es susceptible de entrar entre las acotaciones de la cultura. Ésta (la cultura) debería ser un derecho disponible para todo el mundo de forma gratuita. 
  • En mi opinión, un escritor que se precie de serlo no debe perseguir enriquecerse con su obra. Su ambición ha de centrarse en el número de lectores; en conseguir todos los posibles. El lector debe ansiar que le lea todo el planeta, a ser posible, y codiciar el aplauso del público por encima de cualquier otra cosa.
  • Por desgracia, la mayoría de escritores no pueden vivir de lo que escriben o, mejor dicho, no pueden vivir para escribir. Eso motiva que se cobre por la literatura, que no es sino el medio de escapar de un trabajo mediocre o poco satisfactorio. Me incluyo en este punto como uno de esos escritores. 
  • Seamos claros, el escritor de verdad, ése que vive para escribir, jamás va a dejar de hacerlo. No importa que aumente la piratería, que cobre menos por su trabajo, que esté obligado a perder catorce horas al día en otro empleo o cualquier otra cosa. Salvo causas realmente dramáticas, el escritor continuará creando historias contra viento y marea. Por eso la piratería no puede acabar con los escritores.
  • La piratería no puede eliminarse, pero sí frenarse. Dicho lo cual, procedimientos como la rebaja de precio en los e-books (que en ocasiones alcanza cifras realmente absurdas) puede ayudar a ello. A pesar de todo, debemos tener en cuenta que, con toda probabilidad, los libros seguirán pirateándose ahora y siempre. 


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