Esta semana vuelvo a la Escuela Literaria para hablar de otro gran autor clásico: Ovidio.
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La obra literaria de Ovidio comienza con los Ars amandi, tema que ya habían abordado
otros autores romanos (con quienes el poeta compartía amistad). Sin embargo, la
obra de Ovidio es la culminación del tema que trata, hasta el punto de conducir
a su agostamiento. De este modo, no es extraño que los estudiosos, al hablar
sobre esta obra, la coloquen como arquetipo del género, a pesar de que, por
supuesto, la obra de Ovidio destaca por un punto de originalidad respecto las
demás: sus elegías eróticas están dotadas de una clara cohesión desde el libro
I al III.

Las metamorfosis
El género de esta obra, la elegía didáctica,
representa la evolución literaria del poeta Ovidio. Éste ya había manifestado
en Ars amandi su intención de
escribir una obra orientada a un género diferente: la epopeya.
Las Metamofosis,
compuestas antes de su destierro, se convierten en la obra magna del autor;
recogen en sí mismas lo escrito en sus obras anteriores y, al mismo tiempo,
están compuestas con la experiencia de un autor consagrado; de modo que
terminan transformándose en su composición más famosa.
Las Metamorfosis
son un compendio de 250 mitos y leyendas en 15 libros; en la mayoría de ellos
el hilo cohesionador es un cambio de forma de alguno de los personajes, si bien
no en todos ellos llega a producirse (se registran unas 175 metamorfosis). La
mayoría de las transformaciones son en animales, con predominancia de las aves.
En segundo lugar se encuentra la transformación en piedra; al que seguirían los
cambios en planta.
Cabe también mencionar las metamorfosis que ejecutan
los propios dioses. Entre todos destaca Júpiter, quien suele transformarse en
algún tipo de animal para yacer con alguna mujer humana (muy conocidas son sus
metamorfosis en toro y cisne, ambas representadas en obras pictóricas).
Otro tipo de metamorfosis recoge transformaciones en
seres fabulosos, o incluso en dioses. Tal es el caso de Escila (una ninfa
transformada en un monstruo marino) o Glauco (un pescador transformado en dios
marino).
Las Metamorfosis
siguen un orden cronológico. Comienzan desde la misma creación del mundo y
terminan en los tiempos del emperador Augusto; es decir, en la época de Ovidio.
Encontramos que unos episodios se suceden a otros (como los que hablan del
Glauco y Escila, ambos citados arriba); pero no todos, pues el autor desea
concederse cierta libertad para así poder incluir un número mayor de
narraciones, recogidas desde toda una tradición histórica en la que destaca una
presencia de la propia mitología griega.
Las Metamorfosis
han sido fuente de inspiración para numerosos artistas a lo largo de toda la
historia, tanto en el campo de la pintura como de la escultura o literatura. El
repaso a sus historias constituye una base de conocimiento fundamental para
comprender el arte que nos rodea.
Algunas historias de la Metamorfosis
El diluvio – Júpiter y todos los dioses se dan cuenta de
que la humanidad se ha pervertido. Por un momento, Júpiter está a punto de
destruir la tierra con sus rayos, pero finalmente decide anegarla bajo las
aguas de un tremendo diluvio. Manda también a los ríos desbordarse.
Finalmente toda la tierra
es cubierta por agua. Sólo unos pocos son capaces de sobrevivir, y éstos son
castigados con la falta de alimentos por las inundaciones. Sólo Deucalión y
Pirra sobreviven.
Apolo y Dafne – Apolo acaba de erradicar
a la serpiente Pitón, que fue engendrada tras el diluvio y se enroscaba en una
montaña. Crecido por la victoria, se ocupa de Cupido y de su aljaba. Al verlas
le dice que deje las armas de los hombres. Pero Cupido, ofendido y sabedor de
que sus flechas son mejores que las de Apolo, lanza la del desamor a la ninfa
Dafne, y la del amor a éste. Así se enamora Apolo de la ninfa y la persigue por
todos lados, suplicándola que le permita acercarse. Ella huye con todas sus
fuerzas del dios. Ni aún presentándose como quien es le acepta la ninfa. Cuando
ya se ve acorralada, pide ayuda a los ríos pidiéndoles que cambien su hermosa
figura. Accede el río y la transforma en árbol. Apolo la alcanza en plena
transformación y besa la corteza, todavía latente por lo que fue. Promete que
ella será siempre su árbol, y con sus hojas cubre su cabeza. Hojas de laurel.
Faetón – el hijo del sol es
acusado por Épafo de no ser hijo de un dios, cosa de la que él presume. Faetón
lleva las acusaciones a su madre Clímene y ésta reitera la afirmación de que
Faetón es de padre divino. Para confirmárselo del todo, le pide que visite la
morada de su padre el sol y allí se lo pregunte a él.
(Libro II) – faetón viaja
hasta la morada del sol, donde también residen las estaciones, el día, mes y
año. Allí pregunta a Febo si es hijo suyo y éste se lo confirma. No sólo eso,
sino que para probarle la verdad le otorga cualquier petición, jurando por la laguna
Estigia. Faetón pide manejar el carro de su padre durante un día. Es una
petición peligrosa y Febo sabe que si deja el carro a su hijo morirá por el
poder de sus altas temperaturas y lo indomable de los caballos alados. Aún así,
y por más que lo intenta, no logra convencerle. Faetón monta el carro del sol
mientras su padre le da los últimos consejos para dominar el carro y le indica
un atajo seguro por el que pasar. También le advierte que no se vaya ni muy
arriba ni muy abajo, porque quemaría las mansiones celestiales
Faetón comienza a dirigir
el carro de su padre, pero éste se desboca y comienza a quemar las regiones terrestres.
Faetón queda petrificado por el terror, sin saber qué hacer, mientras los
caballos corren desbocados. Camina por las estrellas, abrasa las nubes y
desciende hasta incendiar la tierra y destruir ciudades enteras. Seca ríos y océanos. Su luz llega hasta el
Tártaro. Incluso Atlas se ve en apuros, al sostener la bóveda celeste en
llamas. Faetón es incapaz de resistir el terrible calor que despide el carro.
Finalmente, Júpiter,
viendo que el mundo entero se destruye, arroja uno de sus rayos a Faetón y lo
derriba del carro, que queda hecho pedazos. Faetón cae sobre el río Erídano y
es enterrado por las Náyades.
Narciso y Eco – La primera persona en
acudir al adivino Tiresias es la ninfa Liríope, violada por el río Cefiso.
Tiresias augura sobre su hijo que llegaría a ver largos días en su vejez
mientras no se conociese a sí mismo. De la ninfa nace el hermoso Narciso,
deseado por muchachos y muchachas. Narciso no se interesa por ninguno de ellos
y se divierte cazando en el bosque. Allí, la ninfa Eco se fija en él. Eco ya había
sido maldecida por Juno a repetir el final de las frases. Intenta la ninfa por medio de la repetición
cautivar y enamorar a Narciso.
Desde su escondite repite
la última palabra que Narciso dice. Cuando al fin sale de la espesura para
unirse a él, Narciso huye de ella. La ninfa, entristecida, se transforma en
piedra y sólo perdura su voz repetidora. Narciso corre hasta una fuente de
plateadas aguas, donde nadie antes había estado, y allí se tiende a descansar.
Al querer beber en la fuente, se ve cautivado por su propio reflejo y, sin
poder apartar la mirada de su propia imagen, permanece rígido mirándose.
Intenta hablar con la imagen, darle besos, abrazarla, pero todo es en vano.
Rendido, llora y muere en
el lago mirando su imagen. Incluso en la muerte sigue contemplándose en las
aguas del río Estigia. Su cuerpo se transforma en la flor del mismo nombre.
Aracne – Cuenta Atenea la historia
de Aracne, quien se tenía como la mejor en el arte de tejer la lana. Sus
vestidos eran de la mejor calidad y su técnica era insuperable. Aracne, en su
vanagloria, llegó a desafiar a la mismísima Atenea.
La diosa toma la forma de
una vieja; disfrazada intenta convencer a Aracne de que le pida perdón. Tras
negarse Aracne, la diosa toma su verdadera forma. Aracne, sin embargo, sigue
obstinada en su desafío y la diosa finalmente acepta. Ambas comienzan a tejer
hermosos telares.
Pero es Aracne quien hace
un mejor telar. Atenea le persona la vida, pero por su ofensa la condena
metamorfoseándola en araña.
Orfeo y Eurídice – Eurídice, la esposa de
Orfero, sufre la mordedura de una serpiente en el tobillo mientras pasea por el
campo, y muere. Orfeo baja hasta el Tártaro para pedir a Dis y Perséfone que le
devuelvan a su esposa. El canto de Orfeo conmueve a los habitantes del Tártaro
y se le concede recuperar a Eurídice, siempre que no la mire mientras salgan
del Tártaro. Les indican una senda de salida y se encaminan hacia allí, pero
Orfeo no puede resistirse mirar a su esposa, y al momento ésta retrocede hasta
la morada de los muertos. Orfeo ya no puede volver de nuevo a por ella.
Dédalo e Ícaro - Dédalo
quiere volver a su país, pero está
cercado por el mar. Se fabrica un aparato de plumas para atravesar el aire.
Durante la construcción, su hijo Ícaro le observa y le imita. A éste Dédalo da
instrucciones de que no vuele ni muy alto, hacia el sol, ni muy bajo por las
aguas; sino que vaya tras él. Ambos emprenden el vuelo, pero Ícaro se emociona
por la aventura y se aparta de su padre. Asciende hasta el sol, que quema su
artefacto de plumas, y cae sin poder volar al mar, donde muere.
Midas - El
dios Baco vaga por la tierra embriagado por el vino. Es apresado por unos
campesinos y llevado hasta el rey Midas, quien le reconoce y realiza festejos
en su honor. Por ello, Líber le concede un don. Midas pide que todo lo que
toque se convierta en oro. Comienza Midas probando su don con ramitas y piedras
y comprueba que se ha hecho realidad. Sin embargo, pronto se da cuenta que el
agua y la comida también se transforman en oro (el agua se transforma en oro al
tocar sus labios). Si poder saciarse, pide a los dioses que le restablezcan y
le eliminen el don. Los dioses acceden y le ordenan purificarse en el río. Así
lo hace, y el río se lleva el don del oro al bañarse.
Peleo y Tetis – A Tetis se le vaticina el
nacimiento del grandioso Aquiles. Para ello Júpiter se la concede al héroe
Peleo. Éste intenta poseerla en la cueva donde ella suele bañarse desnuda, pero
Tetis cambia de forma para escaparse. Lo consigue con la forma de tigre. Peleo
pide ayuda a los dioses y éstos le aconsejan atar a la ninfa mientras
permanezca dormida. Peleo lo logra y por muchos cambios de forma que ésta hace,
no puede escapar. Así, finalmente, se entrega a Peleo.
Muerte de Aquiles – La guerra de Troya se
alarga por 10 años. El dios de los mares, forjador de los muros de la ciudad,
está enojado con Aquiles, y ordena a Apolo herirle. Éste dirige los dardos de
Paris, quien se encuentra matando con su arco a otros enemigos, y le instiga a
disparar contra Aquiles. El dardo certero le hiere de muerte. Se enciende una
pira en su honor y se realizan grandes exequias. Su propio escudo desencadena
una guerra por su posesión, sus armas se debaten entre Odiseo y Ayax.
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