Amado Nervo

Vida y Obra

Nervo es uno de los más importantes exponentes del Modernismo en México. La confección y evolución de su obra no puede entenderse sin un repaso a su vida, pues ambas se encuentran intrínsecamente ligadas.
            Nace en Tepic (Nayarit) en 1870. Allí transcurre su infancia hasta el instante de la muerte de su padre. Nervo es entonces enviado a un colegio en Jacona (1883). En 1894 viaja a la capital para iniciarse al fin en su carrera literaria. Se da a conocer por primera vez en la revista Azul y comienza a entablar amistad con otros escritores residentes en Ciudad de México.
            En 1898, tres años después de haber publicado su primera novela, produce sus libros de poemas Perlas negras y Místicas, que recogen algunas poesías de producción anterior, ya aparecidas en revistas y periódicos.

            Hacia 1900 viaja a Paris como corresponsal. Es en esta ciudad donde entablará amistad con escritores como Rubén Darío, y donde conocerá al gran amor de su vida, Ana Dailliez, cuyo amor perduró hasta la muerte de ella, en 1912. Entre estas dos fechas, Nervo publica varios poemarios, dirige la Revista Moderna y ejerce como diplomático hasta 1914, fecha en la que la Revolución Mexicana destituye a todos los cargos acreditados en el extranjero. Volverá a ejercer este puesto a partir de 1918 en Argentina y Uriguay. Fallece en éste último país en 1919.

Nervo posee una extensa obra poética que, según Ramón Xirau en Amado Nervo, pensamiento y poesía, evoluciona desde un romanticismo de toque modernista, a una poesía desnuda, voluntariamente prosaica y narrativa, libre de procedimiento. En este sentido se distinguen tres etapas de la misma:
1.      Periodo inicial. Su poesía mantiene elementos románticos. Destaca un abundante uso de adjetivos y la expresión de sentimientos tristes, apasionados o melancólicos.
2.      Periodo modernista. Compone el centro de su carrera poética, se halla introducido en la corriente de la época.
3.      Periodo de simplificación. En él aparecen poemas alejados de la retórica modernista. No existe la innovación técnica.

No obstante, desde sus primeras composiciones destacan en el poeta dos temas
fundamentales que estarán presentes en toda su obra: la religión y el amor. Acerca de estos temas, Nervo se muestra sincero, declarando sus sentimientos al lector. Con posterioridad aparecerán temas nuevos: el miedo a la muerte y el hastío hacia la vida. Nervo teme morir, porque no sabe lo que le deparará el más allá; y teme a la vida, porque no comprende su sentido.
            En otros poemas destaca la influencia de sus estudios en el seminario de Zamora, en el que ingresó siendo joven. Es en éstos, recogidos en el libro Místicas, donde, en efecto, el autor se acerca al misticismo, pero también a cierto sensualismo que recuerda al Cantar de los cantares.

            Tras su estancia en París y su contacto don Darío, la poesía de Nervo evoluciona hacia una sencillez en la adjetivación; al mismo tiempo, el poeta persigue la tranquilidad espiritual. La lírica de esta época es más personal. Nervo busca lo enigmático de la vida. Pero también destaca la influencia de su relación con Ana; esta relación le permite no necesitar adornos en su poesía. La sencillez le basta.

            A partir de 1914, con la muerte de Ana y la evolución de su obra, Nervo se ha alejado por completo del erotismo juvenil y ha ido entrando poco a poco en sí mismo. Su poesía adquiere una temática más aproximada a lo religioso y lo filosófico. Es una búsqueda constante de la tranquilidad del alma, que finalmente acaba logrando por medio del amor. Así, en 1915, cuatro años antes de fallecer, el poeta escribe:

Amé, fui amado, el sol acaricio mi faz
¡Vida, nada me debes!¡Vida, estamos en paz!

Extracto de Perlas Negras

Sol espledente de primavera,
a cuyo beso, fresca y lozana,
la flor se yergue, la mariposa
viola el capullo, la yema estalla;
sol espledente de primavera:
¡yo te aborrezco! porque desgarras
las brumas leves, que me circundan
como rizado crespón de plata.

A mí me gustan las tardes grises,
las melancolías, las heladas,
en que las rosas tiemblan de frío,
en que los cierzos gimiendo pasan,
en que las aves, entre las hojas,
el pico esconden bajo del ala.

A mí me gustan esas penumbras
indefinibles de la enramada,
a cuyo amparo corren las fuentes,
surgen los gnomos, las hojas charlan...
Sol espledente de primavera,
cede tu gloria, declina, pasa:
deja las brumas que me rodean
como rizado crespón de plata.

Bellas mujeres de ardientes ojos,
de vivos labios, de tez rosada,
¡os aborrezco! Vuestros encantos
ni me seducen ni me arrebatan.

A mí me gustan las niñas tristes,
a mí me gustan las niñas pálidas,
las de apacibles ojos obscuros
donde perenne misterio irradia;
las de miradas que me acarician
bajo el alero de las pestañas...

Más que las rosas, amo los lirios
y las gardenias inmaculadas;
más que claveles de sangre y fuego,
la sensitiva mi vista encanta...

Bellas mujeres de ardientes ojos,
de vivos labios, de tez rosada:
pasad en ronda vertiginosa;
vuestros encantos no me arrebatan... 

Duelo en el Día del Libro

Hace unos días, en un arranque de sinceridad, publiqué lo siguiente en mi muro de Facebook:

En la vida y el arte, el éxito inicial depende de un elemento: la apariencia. Una novela aparenta ser buena por su portada, una obra de teatro gusta primero por su cartel, y una persona da buena impresión por su traje. La apariencia es la clave, luego la suerte, y en tercer lugar, el talento
La realidad de nuestro tiempo es así de cruda. Para triunfar en el arte se necesita ser un buen
vendedor y tener algo de suerte. Eso es lo principal, lo demás es secundario, o incluso insignificante. Hoy, Día del Libro, llamo a los escritores que, a pesar de tener una calidad brillante, no son lo suficientemente reconocidos. 

Me siento profundamente decepcionado con el mundo, y por su falta de justicia. Lo digo con toda sinceridad. Hablaba sobre ello con un escritor brillante, y le comentaba mi intención de volver al mundo tradicional, a buscar agencias y editoriales, ante lo tedioso que puede resultar una promoción por redes sociales que no sirve de nada. Este escritor me dijo que él se encontraba desencantado. En su caso, él sí estaba bajo el amparo de una agencia; pese a todo, hace demasiado tiempo que no consigue publicar nada. 
La autopublicación es la solución para unos pocos (generalmente los que llegaron primero, los que mejor se venden, o ambos), ¿pero qué hay de los demás? El olvido. El mundo tradicional tampoco les acoge. Están perdidos.

Algunos pensarán que exagero, pero no es así. Otro escritor, el mejor de quienes se autopublican (sí, hablo de ti, compañero), no tuvo más remedio que demostrar su frustración tras ver cómo, después de tuitear hasta el hartazgo, vendía un mísero ejemplar. Este escritor no tiene parangón en calidad. Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que sus obras no merecen los puestos que ostentan. Sin embargo, por encima de él destacan las noveluchas de los escribidores, ésas de calidad cuestionable, argumento manido y morbo barato. 
Cuando leí cómo se quejaba de estas cosas por Internet, le contesté que estaba hasta los cojones de todo, y así sigue siendo. Hace falta estar hasta los cojones y que todas las injusticias literarias dejen de importar. Quizás entonces uno sólo escriba para sí mismo, y nada más.

Hoy es el Día del Libro. Merece la pena aproximarse a una novela, una de verdad. Pero ignorad la propaganda morcillera, las obras que se subieron al carro del último éxito de ventas. Rastread a los desconocidos, a los que sólo luchan con su creatividad y su pluma, y leed. 




Ovidio y las Metamorfosis

Esta semana vuelvo a la Escuela Literaria para hablar de otro gran autor clásico: Ovidio.

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La obra literaria de Ovidio comienza con los Ars amandi, tema que ya habían abordado otros autores romanos (con quienes el poeta compartía amistad). Sin embargo, la obra de Ovidio es la culminación del tema que trata, hasta el punto de conducir a su agostamiento. De este modo, no es extraño que los estudiosos, al hablar sobre esta obra, la coloquen como arquetipo del género, a pesar de que, por supuesto, la obra de Ovidio destaca por un punto de originalidad respecto las demás: sus elegías eróticas están dotadas de una clara cohesión desde el libro I al III.

Al inicio del libro, el autor comienza con una disculpa: su intención era la de escribir un libro épico, pero Cupido le obliga a producir una obra completamente diferente, de carácter erótico. Así pues, Ovidio compone una elegía en la que se habla sobre cómo conseguir el amor y mantenerlo, tanto dedicado a los hombres (libros I y II) como a las mujeres (libro III). Los estudios han datado los dos primeros libros entre los años 23 a 8 a.C. mientras que calculan la adición del tercero en torno al 1 ó 2 a.C.

Las metamorfosis

El género de esta obra, la elegía didáctica, representa la evolución literaria del poeta Ovidio. Éste ya había manifestado en Ars amandi su intención de escribir una obra orientada a un género diferente: la epopeya.
Las Metamofosis, compuestas antes de su destierro, se convierten en la obra magna del autor; recogen en sí mismas lo escrito en sus obras anteriores y, al mismo tiempo, están compuestas con la experiencia de un autor consagrado; de modo que terminan transformándose en su composición más famosa.

Las Metamorfosis son un compendio de 250 mitos y leyendas en 15 libros; en la mayoría de ellos el hilo cohesionador es un cambio de forma de alguno de los personajes, si bien no en todos ellos llega a producirse (se registran unas 175 metamorfosis). La mayoría de las transformaciones son en animales, con predominancia de las aves. En segundo lugar se encuentra la transformación en piedra; al que seguirían los cambios en planta.
Cabe también mencionar las metamorfosis que ejecutan los propios dioses. Entre todos destaca Júpiter, quien suele transformarse en algún tipo de animal para yacer con alguna mujer humana (muy conocidas son sus metamorfosis en toro y cisne, ambas representadas en obras pictóricas).
Otro tipo de metamorfosis recoge transformaciones en seres fabulosos, o incluso en dioses. Tal es el caso de Escila (una ninfa transformada en un monstruo marino) o Glauco (un pescador transformado en dios marino).

Las Metamorfosis siguen un orden cronológico. Comienzan desde la misma creación del mundo y terminan en los tiempos del emperador Augusto; es decir, en la época de Ovidio. Encontramos que unos episodios se suceden a otros (como los que hablan del Glauco y Escila, ambos citados arriba); pero no todos, pues el autor desea concederse cierta libertad para así poder incluir un número mayor de narraciones, recogidas desde toda una tradición histórica en la que destaca una presencia de la propia mitología griega.

Las Metamorfosis han sido fuente de inspiración para numerosos artistas a lo largo de toda la historia, tanto en el campo de la pintura como de la escultura o literatura. El repaso a sus historias constituye una base de conocimiento fundamental para comprender el arte que nos rodea.

Algunas historias de la Metamorfosis

El diluvio – Júpiter y todos los dioses se dan cuenta de que la humanidad se ha pervertido. Por un momento, Júpiter está a punto de destruir la tierra con sus rayos, pero finalmente decide anegarla bajo las aguas de un tremendo diluvio. Manda también a los ríos desbordarse.
Finalmente toda la tierra es cubierta por agua. Sólo unos pocos son capaces de sobrevivir, y éstos son castigados con la falta de alimentos por las inundaciones. Sólo Deucalión y Pirra sobreviven.

Apolo y Dafne Apolo acaba de erradicar a la serpiente Pitón, que fue engendrada tras el diluvio y se enroscaba en una montaña. Crecido por la victoria, se ocupa de Cupido y de su aljaba. Al verlas le dice que deje las armas de los hombres. Pero Cupido, ofendido y sabedor de que sus flechas son mejores que las de Apolo, lanza la del desamor a la ninfa Dafne, y la del amor a éste. Así se enamora Apolo de la ninfa y la persigue por todos lados, suplicándola que le permita acercarse. Ella huye con todas sus fuerzas del dios. Ni aún presentándose como quien es le acepta la ninfa. Cuando ya se ve acorralada, pide ayuda a los ríos pidiéndoles que cambien su hermosa figura. Accede el río y la transforma en árbol. Apolo la alcanza en plena transformación y besa la corteza, todavía latente por lo que fue. Promete que ella será siempre su árbol, y con sus hojas cubre su cabeza. Hojas de laurel.

Faetón el hijo del sol es acusado por Épafo de no ser hijo de un dios, cosa de la que él presume. Faetón lleva las acusaciones a su madre Clímene y ésta reitera la afirmación de que Faetón es de padre divino. Para confirmárselo del todo, le pide que visite la morada de su padre el sol y allí se lo pregunte a él.
(Libro II) – faetón viaja hasta la morada del sol, donde también residen las estaciones, el día, mes y año. Allí pregunta a Febo si es hijo suyo y éste se lo confirma. No sólo eso, sino que para probarle la verdad le otorga cualquier petición, jurando por la laguna Estigia. Faetón pide manejar el carro de su padre durante un día. Es una petición peligrosa y Febo sabe que si deja el carro a su hijo morirá por el poder de sus altas temperaturas y lo indomable de los caballos alados. Aún así, y por más que lo intenta, no logra convencerle. Faetón monta el carro del sol mientras su padre le da los últimos consejos para dominar el carro y le indica un atajo seguro por el que pasar. También le advierte que no se vaya ni muy arriba ni muy abajo, porque quemaría las mansiones celestiales
Faetón comienza a dirigir el carro de su padre, pero éste se desboca y comienza a quemar las regiones terrestres. Faetón queda petrificado por el terror, sin saber qué hacer, mientras los caballos corren desbocados. Camina por las estrellas, abrasa las nubes y desciende hasta incendiar la tierra y destruir ciudades enteras. Seca  ríos y océanos. Su luz llega hasta el Tártaro. Incluso Atlas se ve en apuros, al sostener la bóveda celeste en llamas. Faetón es incapaz de resistir el terrible calor que despide el carro.
Finalmente, Júpiter, viendo que el mundo entero se destruye, arroja uno de sus rayos a Faetón y lo derriba del carro, que queda hecho pedazos. Faetón cae sobre el río Erídano y es enterrado por las Náyades.

Narciso y Eco La primera persona en acudir al adivino Tiresias es la ninfa Liríope, violada por el río Cefiso. Tiresias augura sobre su hijo que llegaría a ver largos días en su vejez mientras no se conociese a sí mismo. De la ninfa nace el hermoso Narciso, deseado por muchachos y muchachas. Narciso no se interesa por ninguno de ellos y se divierte cazando en el bosque. Allí, la ninfa Eco se fija en él. Eco ya había sido maldecida por Juno a repetir el final de las frases.  Intenta la ninfa por medio de la repetición cautivar y enamorar a Narciso.
Desde su escondite repite la última palabra que Narciso dice. Cuando al fin sale de la espesura para unirse a él, Narciso huye de ella. La ninfa, entristecida, se transforma en piedra y sólo perdura su voz repetidora. Narciso corre hasta una fuente de plateadas aguas, donde nadie antes había estado, y allí se tiende a descansar. Al querer beber en la fuente, se ve cautivado por su propio reflejo y, sin poder apartar la mirada de su propia imagen, permanece rígido mirándose. Intenta hablar con la imagen, darle besos, abrazarla, pero todo es en vano.
Rendido, llora y muere en el lago mirando su imagen. Incluso en la muerte sigue contemplándose en las aguas del río Estigia. Su cuerpo se transforma en la flor del mismo nombre.

AracneCuenta Atenea la historia de Aracne, quien se tenía como la mejor en el arte de tejer la lana. Sus vestidos eran de la mejor calidad y su técnica era insuperable. Aracne, en su vanagloria, llegó a desafiar a la mismísima Atenea.
La diosa toma la forma de una vieja; disfrazada intenta convencer a Aracne de que le pida perdón. Tras negarse Aracne, la diosa toma su verdadera forma. Aracne, sin embargo, sigue obstinada en su desafío y la diosa finalmente acepta. Ambas comienzan a tejer hermosos telares.
Pero es Aracne quien hace un mejor telar. Atenea le persona la vida, pero por su ofensa la condena metamorfoseándola en araña.

Orfeo y EurídiceEurídice, la esposa de Orfero, sufre la mordedura de una serpiente en el tobillo mientras pasea por el campo, y muere. Orfeo baja hasta el Tártaro para pedir a Dis y Perséfone que le devuelvan a su esposa. El canto de Orfeo conmueve a los habitantes del Tártaro y se le concede recuperar a Eurídice, siempre que no la mire mientras salgan del Tártaro. Les indican una senda de salida y se encaminan hacia allí, pero Orfeo no puede resistirse mirar a su esposa, y al momento ésta retrocede hasta la morada de los muertos. Orfeo ya no puede volver de nuevo a por ella.

Dédalo e Ícaro - Dédalo quiere volver a su país,  pero está cercado por el mar. Se fabrica un aparato de plumas para atravesar el aire. Durante la construcción, su hijo Ícaro le observa y le imita. A éste Dédalo da instrucciones de que no vuele ni muy alto, hacia el sol, ni muy bajo por las aguas; sino que vaya tras él. Ambos emprenden el vuelo, pero Ícaro se emociona por la aventura y se aparta de su padre. Asciende hasta el sol, que quema su artefacto de plumas, y cae sin poder volar al mar, donde muere.

Midas - El dios Baco vaga por la tierra embriagado por el vino. Es apresado por unos campesinos y llevado hasta el rey Midas, quien le reconoce y realiza festejos en su honor. Por ello, Líber le concede un don. Midas pide que todo lo que toque se convierta en oro. Comienza Midas probando su don con ramitas y piedras y comprueba que se ha hecho realidad. Sin embargo, pronto se da cuenta que el agua y la comida también se transforman en oro (el agua se transforma en oro al tocar sus labios). Si poder saciarse, pide a los dioses que le restablezcan y le eliminen el don. Los dioses acceden y le ordenan purificarse en el río. Así lo hace, y el río se lleva el don del oro al bañarse.

Peleo y TetisA Tetis se le vaticina el nacimiento del grandioso Aquiles. Para ello Júpiter se la concede al héroe Peleo. Éste intenta poseerla en la cueva donde ella suele bañarse desnuda, pero Tetis cambia de forma para escaparse. Lo consigue con la forma de tigre. Peleo pide ayuda a los dioses y éstos le aconsejan atar a la ninfa mientras permanezca dormida. Peleo lo logra y por muchos cambios de forma que ésta hace, no puede escapar. Así, finalmente, se entrega a Peleo.


Muerte de AquilesLa guerra de Troya se alarga por 10 años. El dios de los mares, forjador de los muros de la ciudad, está enojado con Aquiles, y ordena a Apolo herirle. Éste dirige los dardos de Paris, quien se encuentra matando con su arco a otros enemigos, y le instiga a disparar contra Aquiles. El dardo certero le hiere de muerte. Se enciende una pira en su honor y se realizan grandes exequias. Su propio escudo desencadena una guerra por su posesión, sus armas se debaten entre Odiseo y Ayax. 

Virgilio y la Eneida

Con esta entrada inauguro una nueva sección, en la que rescato y compilo parte de las clases que preparé para el Seminario de Literatura de Puerto Rico. La nueva etiqueta en mi blog se llamará "Escuela literaria", y hablará sobre autores de poesía, narrativa y teatro de todos los tiempos, así como de diferentes géneros literarios. Espero que pueda servir de ayuda a quienes se topen con estos artículos.

El de esta semana trata sobre los orígenes de la poesía latina y uno de los grandes autores clásicos: Virgilio:

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Orígenes de la poesía latina

Hasta nuestros días ha llegado una escasa conservación de las primeras obras latinas. Se reduce a las composiciones de tres autores: Livio Andrónico, Gneo Nevio y Quinto Enio.
Resulta evidente, dada la transmisión de su literatura, que la poesía latina bebe directamente de la poesía griega. En efecto, el nuevo imperio tiene por costumbre adaptarse a las costumbres de otras sociedades, siempre y cuando las encuentre beneficiosas o positivas en algún aspecto.
Roma entra en contacto con la poesía griega debido a los años de lucha contra Pirro (281 – 272 a.C) y a la primera de las guerras púnicas (264 – 241 a.C.). De este modo, aprenden del modelo heleno y producen una épica, una tragedia y una comedia propias.
           
Pero el hecho es que los latinos encontraron cierta afinidad con la poesía homérica, incluso a pesar de encontrarse escrita en un idioma diferente, dado que ellos, con anterioridad a este contacto, ya conocían composiciones parecidas: poemas cantados con acompañamiento de flauta, que se realizaban en exaltación de varones ilustres; o lamentos cadenciosos ejecutados por mujeres para ciertos funerales, en los que se exaltaban las virtudes del difunto. De este modo, no es de extrañar que el pueblo latino adoptara las composiciones griegas, pues existía cierto parecido entre lo que ellos ya realizaban.

Virgilio y la Eneida

Virgilio nace el 15 de octubre del 70 a.C. Es de familia humilde y tiene otros dos hermanos, que no gozaron ninguno de buena salud. Él también es una persona que permanece toda su vida delicado.
Ese nacimiento humilde no cuadra exactamente con las relaciones sociales posteriores de Virgilio (de alta categoría), pero lo que sí parece seguro es que su padre se dedicó al campo.

A los 12 años viaja a Cremona para estudiar las disciplinas del griego, métrica, poesía e historia. De allí pasa a cursar estudios de retórica en Milán, y tras dos años viaja a Roma para perfeccionarse. Sin embargo, no parece destacar finalmente en esta disciplina: su débil estado de salud, que le provocaba frecuentes cansancios; su voz, hábil para la poesía pero no para la retórica; y su timidez o su incapacidad para la improvisación hacen que pise una sola vez el Foro y no vuelva a hacerlo.

Sin embargo está dotado para la poesía, donde su voz suave se adapta mejor. Virgilio ha sido visto como un autor sensible, fino y de delicados sentimientos. A pesar de ello debió ser una persona de carácter complicado, por lo que esa delicadeza parece no ir más allá de lo literario.

La Roma en la que vive se encuentra agitada a niveles políticos y sociomorales. Por todas partes se respira el caos y el desenfreno sexual, unido a unos valores que se pensaban perdidos. Las raíces de Roma parecen olvidadas. Frente e ello, Virgilio elige una vida de retiro social. Políticamente, Virgilio es partidario de César. A la muerte de éste se pondrá del lado de Augusto. Este emperador pretende desenterrar la vieja gloria del Imperio. Las raíces y el respeto a los dioses se habían perdido. Es por ello que encarga a Virgilio el trabajo de resucitar todos estos valores.

De este modo comienza Virgilio por encargo de Augusto en el año 29 a.C la creación de la Eneida, con la que se propone recrear los orígenes divinos de Roma y del linaje de Augusto. Tras once años de trabajo, en los que se había apartado a una vida de retiro para perfeccionar su obra, la muerte le sorprende por culpa de una insolación. Pretenderá Virgilio quemar su obra inacabada, pero no se lo permitirá Augusto, quien poco después la publicará. Virgilio muere en Brindisi, el 22 de septiembre de 19 a.C

La Eneida busca exaltar el orgullo del ciudadano romano, heredero de dioses y héroes. Virigilio rememora la conocida leyenda de Eneas, quien, tras la guerra de Troya, emprenderá un viaje guiado por los dioses para establecer una nueva patria.
Eneas representa el modelo del hombre piadoso que se somete a la voluntad de los dioses y que antepone sus obligaciones para con los mismos, para con su familia y su patria. Es magnánimo, perseverante, sensible y compasivo. La Eneida, sin embargo, no se centra en Eneas, sino en la nueva Troya, en el linaje y en el futuro glorioso de la nueva patria. En el orgullo de ser romano y en el pasado divino, especialmente del emperador.

La Eneida está inspirada tanto en la Ilíada (como los acontecimientos del capítulo II) como en la Odisea (como el viaje por barco de Eneas y los suyos, donde encuentran algunos lugares, como la morada de Escila y Caribdis y la isla del cíclope Polifemo).
También aparecen los dioses de forma activa, tanto los que están en contra de Eneas (como Juno) como aquellos que están a favor (especialmente su madre, Venus). 

El Gobierno de los Hipnotizadores

Hoy se me antoja hablar de política, a pesar de que ése no es el clima de este blog, y descubra mis intenciones de voto ante todos mis seguidores. Me confieso un seguidor activo de la actualidad política, y un votante de izquierdas. Hasta la fecha no me he casado con ningún partido, pero debo advertir que me identifico mucho con Pablo Iglesias, y no sólo porque ambos tengamos la misma edad y hayamos vivido en el mismo barrio (Vallekas) durante años. No, no es sólo eso. 

Las pasadas elecciones andaluzas no dieron muchas sorpresas (victoria del PSOE, seguido del PP), y yo me pregunto, ¿las darán las autonómicas? ¿Y las generales? Me gustaría pensar que así será, pero temo que los que andan arriba -los que siempre han estado arriba-, esgrimen un poder mayor de lo que esperábamos: la hipnosis del pueblo.
Esta sugestión no se ha alcanzado mediante el vaivén de un péndulo, ni con un toquecito en la frente de la víctima, como se hace en los grandes espectáculos de masas. El procedimiento ha consistido en métodos más primarios y, aunque sorprendente,han resultado efectivos:
comodidad y miedo

No me gusta el Partido Popular, ni una pizca. Sus políticas huelen a rancio, a una mentalidad desgastada, opresora y reprimida. Es el estertor de un conservadurismo en una pelea contra su extinción irrefrenable. Sus ideas me resultan lejanas; casi me sonarían a chiste, de no ser porque el partido las pone en práctica. Por ello me cuesta creer que repartiendo comodidad y miedo entre el pueblo logren mantenerse. ¡Pero caray!, parece que lo estén consiguiendo.

Como digo, el plan de este partido se aleja de lo maquiavélico, y mucho. Es tan simple que parece hecho por idiotas. La primera de sus medidas, la comodidad, consiste en mantener al pueblo conforme. Para ello, el Partido Popular elimina la cobertura sanitaria a miles de inmigrantes, e incluso a los españoles que pasen un tiempo fuera del país. Sin embargo, a los de aquí nada les quita, de modo que no existe la percepción del problema. Por otro lado, anuncian que están en disposición de bajar el IVA cultural, y el de determinados productos (entre los que se encuentran peluquerías y toros). Por último -esto que no falte- harán descender el paro mucho, mucho mucho. 
Todos esos anuncios tranquilizan a la ciudadanía. Las cosas van a ir mejor, cada vez más. Ya se está notando, ¿verdad?

Por otro lado, los populares son muy de miedos. Cuando alguno les incomoda, les organiza un escrache o una manifestación no deseada, le tildan de terrorista. Los terroristas y filoterroristas campan a sus anchas por el país, germinan como las setas en temporada. Todos son terroristas, de modo que lo mejor es hacer una Ley Mordaza para callar a quien grite demasiado. Al mismo tiempo, los candidatos de partidos políticos emergentes son poco menos que subalternos de Satanás. Pablo Iglesias es amigo de terroristas -por supuesto-, iraníes y chavistas; y Albert Ribera no puede acercarse al gobierno. Es muy peligroso... porque es catalán. 

¿De verdad está funcionado todo esto? ¿Estas tácticas majaderas han logrado que el Partido Popular se estabilice en intención de voto?... No, de verdad, ¿va en serio?

Me cuesta comprender que la estrategia del miedo esté convenciendo a mis compatriotas. Me cuesta mucho. ¿Vamos a ir a peor con un gobierno nuevo? Ya estamos peor. Quienes se hallan en el poder reducen las aportaciones en sanidad y en educación, principios básicos para toda sociedad civilizada; rescatan a los bancos, se casan con las eléctricas, se corrompen hasta la médula y reducen las ayudas a la dependencia. 
Esta última medida me resulta digna de una barbarie medieval. 

Hace unos días, escuché a Julio Anguita llamar a voces a los intelectuales. Les pedía a gritos que salieran de una vez a la luz y se manifestaran contra todas las leyes injustas de estos populares. Anguita no podía creer que nadie más se quejara, que nadie más se levantara armado con la palabra. 

Pero es que nos han abotargado, señor Anguita. La comodidad frente al televisor resulta demasiado tentadora, y las promesas de futuro positivo han convencido, aunque resulten absurdas. ¿Es que nadie ve que NO vamos mejor? Ellos ampliaron los impuestos que ahora anuncian como reducción milagrosa. Ellos mataron la cultura que ahora pretenden resucitar y defender. Ellos aumentaron las cifras del paro hasta extremos alarmantes, hasta que las familias tuvieron que acudir a los comedores sociales; y ahora se enorgullecen de reducirlas. 

Ellos fabricaron esta mierda, y ahora le ponen un lacito.

Pues bien, yo sí he gritado mi opinión valiéndome de esta ventana. Sea intelectual o no, espero que sirva para recordar, porque uno de los peores ingredientes de esta comodidad que nos venden, es que ya no sabemos mirar al pasado. 
Esto es lo que a mí me apetecía gritar hoy. Sigo sin comprender que la gente no quiera cambiar. Deseo que observe el futuro con valentía y eche a los de siempre, a los corruptos, a los que sólo se preocupan de su jubilación en una gran compañía.

Abramos los ojos de una vez, apartemos la mirada del péndulo del hipnotizador y observemos lo que sucede. Lo que sucede en realidad.

Esto no es una reseña de... La última vuelta del Scaife

En este blog hay una etiqueta que reza: reseñas autopublicados. Esa sección está dedicada a hablar de novelas de autores del mundillo indie. Hay pocas, porque no suelo leer con mucha frecuencia. De hecho, cuando Mercedes Pinto, en una de sus presentaciones, me entregó La última vuelta del Scaife, le advertí que tardaría en leerla... y he tardado mucho, mucho, pero al fin terminé.

La primera norma que me impuse al hacer reseñas de autopublicados es que no hablaría de las novelas de amigos, y la mantengo. Por eso este libro no se encuentra bajo esa etiqueta, y por eso no es una reseña... 

Es una recomendación.

Así pues, no hablaré de qué trata la novela (en el enlace de arriba tenéis una sinopsis perfecta), sino de las razones que podrían llevaros a leerla. 
En primer lugar, Mercedes tiene un estilo limpio, exento de florituras. Consigue que la lectura resulte amena y que puedan devorarse gran cantidad de páginas sin que uno se canse. Pero éste no es el
mejor de sus puntos.
La clave para disfrutar la obra de Mercedes Pinto se encuentra en el desarrollo de los personajes. La escritora consigue hacerlos tan humanos que uno se los imagina sin problemas. A lo largo de todo el relato, ahonda en sus sentimientos, sus miedos y sus sueños. Aporta, mediante la traslación de su imaginario al papel, un retrato muy ajustado de lo que desea que el lector presencie. 
Los personajes son la joya de su redacción, y parece que ella lo sabe, porque se recrea en ellos. Es el gran legado de esta novela y -presiento- del conjunto de su obra. Enhorabuena. 

A modo de pequeño contrapunto, tengo que señalar que a Mercedes todavía se le escapan los momentos de clímax. Falta emoción cuando se la esperaba, o un giro de acontecimientos más elaborado en ciertos instantes. Por otro lado, se me antoja que quizás le sobren algunos capítulos a la historia, sobre todo hacia el final. 

En definitiva, La última vuelta del Scaife resulta una historia que entretiene y que te hace comulgar con sus protagonistas. Si aún no tenéis nada con lo que ocupar los ratos libres de Semana Santa, aquí tenéis un plan ideal.

Confesiones literarias XXI. Un escritor jamás deja de ser lo que es

En esta vida hay profesiones de las que uno no puede desprenderse aunque no ande "de servicio". Un bombero o un médico jamás dejan de ser lo que son. Incluso en su día libre, si se encuentran involucrados en una situación que necesite de sus habilidades, tendrán que participar y ejercer.

Pues bien, al artista, y más concretamente al escritor, le sucede igual.

Llevo toda la semana pensando en esto, porque resulta que por primera vez en mucho, mucho tiempo, voy a poder disfrutar de vacaciones. La semana que viene me voy a la India. Es uno de esos viajes que han surgido como me gusta, sin buscarlo. Se ha cruzado en mi vida debido a circunstancias personales y he aceptado el ofrecimiento. Resultará un viaje atípico de principio a fin; diferente, no sólo por el exotismo del país, sino debido a las circunstancias que lo rodean. Es en estas aventuras, más que nunca, cuando uno no puede simplemente disfrutar del paisaje. Eso no va a ocurrir.

También, desde hace tiempo, llevo peleándome con la sinopsis para mi nueva novela. Tengo problemas sobre cómo narrarla, porque aunque quiero utilizar una tercera persona omnisciente, los personajes desean hablar en primera persona. El resultado va a ser una mezcla de ambos, me parece, algo que complicará una historia ya de por sí delicada. 
Por otro lado, la sinopsis también me ha salido caprichosa. Se revuelve, se encabrita y se me encara. Cuando creo tener un capítulo resuelto, resulta que no era así, sino al revés de cómo lo había planeado. En última instancia, he llegado a concluir que esta sinopsis no puedo estructurarla como suelo hacer, sino de un modo más pausado, más a trozos, alternándola con la redacción de la propia novela.

Me está saliendo un manuscrito insurrecto, que sin duda beberá de lo que observe en mis vacaciones, y que seguirá golpeando mi cabeza durante las horas de sueño en Nueva Delhi, porque el escritor no puede dejar de ser lo que es, con independencia de en qué lugar se encuentre o cómo invierta las horas de su vida.

La conclusión de esta entrada no está, pues, dedicada a los escritores (quienes saben de sobra lo que he venido a contar hoy), sino a las personas que les acompañan en su vida. 
Amigos, familia, parejas... sed comprensivos si, incluso en los instantes reservados al descanso, no podemos deshacernos de nuestra profesión. No hay forma de que esto cambie.

P.S. El jueves que viene no escribiré en el blog. Si alguien me busca, estaré en Nueva Delhi ;)