Confesiones literarias XXI. Un escritor jamás deja de ser lo que es

En esta vida hay profesiones de las que uno no puede desprenderse aunque no ande "de servicio". Un bombero o un médico jamás dejan de ser lo que son. Incluso en su día libre, si se encuentran involucrados en una situación que necesite de sus habilidades, tendrán que participar y ejercer.

Pues bien, al artista, y más concretamente al escritor, le sucede igual.

Llevo toda la semana pensando en esto, porque resulta que por primera vez en mucho, mucho tiempo, voy a poder disfrutar de vacaciones. La semana que viene me voy a la India. Es uno de esos viajes que han surgido como me gusta, sin buscarlo. Se ha cruzado en mi vida debido a circunstancias personales y he aceptado el ofrecimiento. Resultará un viaje atípico de principio a fin; diferente, no sólo por el exotismo del país, sino debido a las circunstancias que lo rodean. Es en estas aventuras, más que nunca, cuando uno no puede simplemente disfrutar del paisaje. Eso no va a ocurrir.

También, desde hace tiempo, llevo peleándome con la sinopsis para mi nueva novela. Tengo problemas sobre cómo narrarla, porque aunque quiero utilizar una tercera persona omnisciente, los personajes desean hablar en primera persona. El resultado va a ser una mezcla de ambos, me parece, algo que complicará una historia ya de por sí delicada. 
Por otro lado, la sinopsis también me ha salido caprichosa. Se revuelve, se encabrita y se me encara. Cuando creo tener un capítulo resuelto, resulta que no era así, sino al revés de cómo lo había planeado. En última instancia, he llegado a concluir que esta sinopsis no puedo estructurarla como suelo hacer, sino de un modo más pausado, más a trozos, alternándola con la redacción de la propia novela.

Me está saliendo un manuscrito insurrecto, que sin duda beberá de lo que observe en mis vacaciones, y que seguirá golpeando mi cabeza durante las horas de sueño en Nueva Delhi, porque el escritor no puede dejar de ser lo que es, con independencia de en qué lugar se encuentre o cómo invierta las horas de su vida.

La conclusión de esta entrada no está, pues, dedicada a los escritores (quienes saben de sobra lo que he venido a contar hoy), sino a las personas que les acompañan en su vida. 
Amigos, familia, parejas... sed comprensivos si, incluso en los instantes reservados al descanso, no podemos deshacernos de nuestra profesión. No hay forma de que esto cambie.

P.S. El jueves que viene no escribiré en el blog. Si alguien me busca, estaré en Nueva Delhi ;)


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