Andaba el otro día rebuscando por mis cajones, cuando di con uno de los ejemplares de mi primera novela, Peones ciegos.
No hablo de la versión que publicó Thomas Nelson en 2007, la cual descansa en mi librería, junto a mis otras publicaciones, sino la que inicialmente apareció en la asociación ALEC, un año antes (2006).
Aunque lo he buscado, no he logrado encontrar en Internet la portada de esta edición, y un miedo supersticioso y reverencial me impide sacarle una fotografía con mi móvil y colgarla por aquí.
Es de encuadernación rústica, en negro. En color amarillo puede leerse el título, en grande, en la parte superior. Bajo éste aparece un soldado cuerpo a tierra, junto a los cadáveres de sus compañeros, en un escenario que recuerda al desembarco de Normandía.
Bajo esta imagen puede leerse: "Había que encontrar aquella espada, arma de doble filo, bastón de mando del ejército de los cielos. '¡Búsquela!', le dijo el coronel. Y aquella orden habría de cambiar la vida del joven soldado. Una historia de esperanza en medio de la batalla".
Después, mi nombre, y el número que mi novela ocupaba dentro de la colección de obras que publicó ALEC (el 2º).
En la contraportada descubro una fotografía mía que ya no conservo, en la que debo tener unos 25 años, pero aparento 20. Parece que estoy firmando ejemplares, pero en realidad estampo mi firma como testigo de la boda de un amigo.
Junto a la foto, una sucinta biografía en la que me sorprenden dos datos: "estudiante de segundo año de Filología" y "prometido". Anda que no ha llovido desde entonces.
La primera vez que me mostraron mi novela publicada, recuerdo que tuve una sensación extraña. No salté de alegría, ni nada por el estilo. Sentí que aquella historia ya no me pertenecía. Era como si me acabaran de hacer un regalo que, sin embargo, conocía a la perfección. Y pese a que yo figuraba como autor, no me equivocaba; la novela ya no era enteramente de mi propiedad, había sido adoptada por los lectores.
Peones ciegos no alcanza las ciento sesenta páginas. Cuenta una aventura ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la búsqueda del teniente Thomas Campbell para hallar una espada que durante la Batalla del Somme (en la Primera Guerra Mundial) cae del cielo. Los nazis también andan tras ella, de modo que la novela se transforma en una carrera contrarreloj por lograr un objeto que podría decantar el curso de la guerra.
Peones ciegos en su edición realizada por Thomas Nelson. año 2007 |
Sin embargo, Peones ciegos nunca dejará de ser mi primera novela.
Lo admito, tengo cierto cariño por los personajes, por el ambiente que creé en mi imaginación mientras escribía y por el recuerdo de algunas escenas, como la batalla aérea de los primeros capítulos.
De modo que si tenéis el privilegio de publicar, retened vuestra primera novela en la memoria. Puede que luego lleguen muchas otras, historias narradas con mayor calidad... pero la primera... la primera novela siempre ocupará un puesto de privilegio en vuestras vidas.
Si os pica la curiosidad y deseáis leer algo de Peones ciegos (en su edición realizada por Thomas Nelson), podéis hacerlo pinchando aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario