El segundo aspecto es el tiempo real que el lector emplea para leer la historia.
El tercero, y en el que más voy a detenerme, es el lo que Vargas Llosa, en Cartas a un joven novelista llama tempo. El D.R.A.E. lo define como el "tiempo de la acción novelesca"; es decir, el tiempo que transcurre en la historia que estamos contando. Este tiempo, como intentaré demostrar, no es más que otra herramienta al servicio del escritor. De este modo, podemos estirar un segundo para que parezca un año, realizar saltos al pasado o al futuro, e incluso ajustar el tempo al tiempo real de lectura.
Las diferentes alteraciones temporales pueden dividirse en tres tipos: alteraciones del orden, alteraciones de duración y alteraciones de frecuencia. Comenzaré describiendo el primer tipo:
- Alteraciones del orden
El orden del tempo puede estar tan alterado y descolocado que sea imposible reconstruirlo, de modo que resultará imposible organizar los acontecimientos. Es lo que se conoce por acronía.
En la siguiente entrada sobre técnicas narrativas: alteraciones de duración.
1 comentario:
Madre mía, hay que ver lo que aprendo con tus entradas... ¡espero la siguiente!
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