
Y es que Praemortis no es sólo una novela de acción. Toda la trama está cargada de una fuerte trascendencia, porque muestra un mundo alejado de la moralidad, de la humanidad. Sus personajes son ambiciosos, corruptos y violentos; están a punto de sucumbir a la locura, o directamente se han entregado en brazos de la maldad más visceral. Todo lo que albergan las páginas de Praemortis se halla podrido, es la Sodoma y Gomorra de un futuro distante.
Sin embargo, Praemortis es mucho más que eso. La sociedad que se describe se ha condenado a sí misma, se halla al borde del olvido, de la extinción, pero todavía puede dar marcha atrás, enmendar sus errores, saltar hacia una salvación, antes de que todo termine desmoronándose bajo sus pies. En mitad de tanta oscuridad, Praemortis deja ver una luz, un hálito de esperanza. Todavía hay una oportunidad de recuperar un ápice de bondad, aunque, tal vez, aquellos que lo intenten terminen perdiendo la vida.
Si supierais que vuestro destino está marcado, que, al morir, vuestra conciencia despertará en un mar en el que hallaréis un tormento que jamás será sofocado. Si estuvierais completamente seguros de que eso es lo que os va a suceder, porque, de hecho, lo habéis visto con vuestros propios ojos, ¿cómo viviríais vuestra vida? ¿Y si una corporación os asegurara que puede cambiar vuestro destino eterno, pidiéndoos únicamente que trabajaseis para comprar vuestra salvación? ¿Qué haríais? Más aún, ¿y si, además, hubierais escuchado que la salvación que promete la corporación es una falacia?, ¿que no hay salvación posible... o que sí la hay, pero que exige un sacrificio que se aleja de todo lo que habíais escuchado hasta el momento?
Si habéis pensado cuál sería vuestra postura, bienvenidos, ya os encontráis dentro de Praemortis.
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