Confesiones literarias XVIII. El valor del enemigo literario

El mundo de la creación literaria está lleno de envidias. Si le preguntas a un escritor, y te niega esta máxima, miente.

Valoramos y alabamos el trabajo de muchos de nuestros colegas, claro que sí, pero también desarrollamos hacia otros una especie de resquemor por su éxito, ése que desearíamos alcanzar (aunque ya lo hayamos hecho). Es más, odiamos su éxito, no lo comprendemos. ¿Cómo es posible que haya conseguido publicar, que haya logrado lectores  siquiera? ¿Qué clase de artimaña le ha llevado, con su pésima calidad, a levantarse por encima de nuestros trabajos?

No se trata aquí de analizar la verdad; de si, en efecto, ciertos escritores y escritoras logran un éxito inmerecido, sino de lo fácil que es para el alma de un creador de historias generarse un enemigo (o varios).

Pues sí. Es un hecho que los escritores se crean enemigos. En algunas ocasiones éstos permanecen velados. Los aborrecemos en secreto, en los instantes en que contemplamos su ascenso a través de los medios de comunicación o las redes sociales. Otras veces hacemos evidente que despreciamos su trabajo, lo decimos a viva voz, para que todo el mundo se entere de por qué nos parece mediocre, o peor que mediocre. 

Muchos dirán que esta forma de actuar es despreciable, que todos los escritores deberíamos respetarnos y valorarnos, pues todos luchamos contra las tormentas de nuestro tiempo, buscando lectores a bordo del mismo barco. Estos mismos, los que se escandalizan, no podrán explicarse cómo podemos lanzarnos piedras cuando conocemos de primera mano el esfuerzo que hay que poner a la hora de escribir una novela, de promocionarla, de prepararla y presentarla; cuando sabemos, en definitiva, que cada una de las obras de un escritor es como un hijo. Conociendo estos esfuerzos, ¿cómo podemos atacarnos? ¡Ay! El ego... el ego del escritor es un veneno. Él es quien nos empuja a las envidias, a los odios y las rencillas. Él ego es el culpable. 

Pero señoras y señores -y aquí me dispongo a ser políticamente incorrecto-, hacerse un enemigo literario es algo natural en un escritor, y es muy digno tenerlo. Los enfrentamientos entre escritores no son un invento de nuestro siglo, ni del pasado. Me viene a la memoria nuestro querido Cervantes, un hombre que, pese a su éxito con El Quijote, siempre anheló triunfar como dramaturgo. Sus esfuerzos hizo para conseguirlo, y algo logró. Pero claro, en aquella época resultaba difícil competir con el Fénix, contra el gran Lope de Vega. Así que, claro, el uno hizo enemigo al otro, y llovieron las críticas encendidas, los comentarios jocosos y las burlas escritas. Eso sí, con mucha originalidad. 

Benditos sean los enemigos literarios, por supuesto que sí. Nos ayudan a mejorar, a superarnos. La competitividad nos desarrolla como artistas y pone a nuestro alcance cotas que parecían imposibles. El enemigo literario no consiente que nos durmamos en los laureles; siempre activos, siempre en guardia, siempre dispuestos a dar más, a darlo todo, a sacrificarnos hasta la última gota de nuestro sudor. Bien nos lo muestran películas como Rush, con la relación entre los pilotos de Fórmula 1 James Hunt y Niki Lauda. 

El enemigo es saludable.

De modo que mi conclusión es ésta: si no podemos evitar la envidia, si el resquemor no nos deja dormir, vamos, por lo menos, a buscarle cierto noble sentido. Aprovechémoslo.  
Quién sabe, tal vez competir contra nuestros enemigos literarios sea la única manera para alcanzar el éxito.

10 comentarios:

Blanca Miosi dijo...

Yo veo el asunto desde otro punto de vista. Sé que muchos se preguntarán: "¿cómo es posible que esta peruana que vive en Venezuela, donde se habla un pésimo español, pueda vender tantos libros y sus obras estén siempre arriba? Si las he leído y no lo valen, las que yo tengo son mucho mejores, mis historias superan a sus entretenidas (hay que decirlo) aventurillas de dos por medio, debe ser que se la pasa promocionando día y noche sus novelas, no hay otra explicación".
La envidia es libre, Miguel Ángel, tienes razón y, en algunos casos, es la única manera autosuperación.
Yo también siento envidia por los amigos escritores que tengo, porque algunos escriben como los dioses y yo sé que no soy capaz de hacerlo, conozco mis limitaciones.
Un alivio poder poner comentarios en tu blog.
Saludos!

Anónimo dijo...

¡Hola Miguel Ángel!, había empezado a responderte, porque andaba yo dándole vueltas a estos temas aunque desde otro enfoque...
y me he dado cuenta de que he estado equivocado en ciertas cosas... pero ahora, mejor será no explayarme; finalmente, parece que sin querer me "has provocado", con tol buen rollo del mundo, como siempre, una entrada. Te diré que en mi blog hace nada que colgaba yo un soneto de Lope para Cervantes, que según se cuenta le dejó bastante herido, por no decir otra cosa, y nunca mejor dicho, "con un verso de cabo roto en cu- ", (Miguel Ángel, estamos hablando del 1605,que podían matarle por una acusación semejante, aunque cualquier día volvemos a lo mismo),la sílaba que falta es "lo", cu-lo, con cabo roto, ¡le está llamando CULO ROTO!¿dónde ves la originalidad en eso?, si quería meterse con su obra, pues vale, pero ponerle en un brete semejante, que el soneto debió de circular por todo Madrid, en la época aún pequeño, y la Inquisición rondando... Aquí Lope se pasó diez pueblos, sin embargo Cervantes nunca entró en descalificaciones personales, hizo sus críticas con respecto a las obras y sus mofas y sus befas, hay cierto personaje de El Quijote al que se identifica con Lope a través de las ropas de uno de los personajes de su obras, pero nunca le mandó un soneto a su casa para decirle: "Cascivano y pendenciero, eres padre de diez proles, Lope de Vega te llaman y eres un poco pute-"que bien que se lo podría haber dicho, por ejemplo... de todas formas, un tema bien candente. PD: sigo sin conseguir La Zarza, ya me tendría que haber llegado... otro temazo, tio, las distribuidoras y los escritores "pequeños", vamos, que no son J.K.R...

Ana Gallegos dijo...

Llega a ser una necesidad, necesitamos un impulso hacia la mejora y nada mejor que un competidor, un enemigo.

Ana Gallegos dijo...

Nada mejor para darse un impulso hacia la mejora que tener un buen enemigo, a mi punto de vista en cualquier campo laboral y hasta en lo personal es algo basico, sentimiento de superioridad y autorrealización y mejora constante claro.
Saludos y éxito.

Unknown dijo...

¡Gran entrada, Bruno!
Creo recordar que algo mal hablaba Cervantes a la obra de Lope en la entrada al Quijote, pero me fío si dices que nunca entró en descalificaciones personales. Y para soez, supongo que ahí tenemos al gran Quevedo, que el hombre no se cortaba.
¡Un saludo!

Unknown dijo...

¡Ah! Y con lo de La Zarza... no sé, igual hay problemas por aquello de que está pasándose a manos de Tyndale, y de que la editorial a la que pertenecía ya no existe. Espero que se te pueda solucionar.

Anónimo dijo...

¡Yeps!, Había empezado a contestarte pero me dí cuenta de que, e imagínate cómo sería el texto cuando hasta para mi lo resultaba, demasiado largo; de modo que lo he transformado en entrada en mi blog -en adelante, yo voy a decir "cuaderno"- aclarando un poco el tema de Lope y Cervantes... el caso es que me gustaría poner un enlace al tuyo a colación del tema en esa entrada, para lo cual solicito tu permiso, puesto que se te menta pero eres por ahora irreconocible, en caso de decírmelo, por supuesto, lo cambio todo y te desaparezco, ¿eh?, sin problema. La entrada es la que podrás ver según entres estos días; péguele usted un vistazo y si me da el visto bueno pues con gran gusto, le enlazo... ¡Saludos, Míguel Angel!BRUX

Unknown dijo...

Permiso concedido. ¡Faltaría más!
Pásame el enlace cuando lo tengas :)

Anónimo dijo...

Bueno, pues aquí estás, metidito en la barahúnda del texto:

http://bruxbrunnie.blogspot.com.es/2014/01/si-el-mundo-es-un-gazapo-los-blogs-son.html

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

¡Genial¡
En los anuncios por palabras hay que crear una nueva sección: "Solicitudes de enemistad"