Y es que resulta difícil cansarse. Algo tienen Los Simpsons que logra enganchar... ¿no será acaso su parecido con la realidad?
Uno de los personajes secundarios más famosos es Ned Flanders, el vecino de Homer (Homero en la versión latinoamericana). Este personaje, devoto cristiano, es descrito por el propio Homer como mojigato cuatro ojos y meapilas, entre otras lindezas.
El creador de la serie, Matt Groening, no tiene ningún reparo en hacer de él un estandarte de la crítica al creyente: Flanders tiene restringidos casi todos los canales de televisión; los juegos de mesa y el cine familiar giran en torno a la Biblia; su preocupación por caer en pecado es tan exagerada que ha llegado a destrozar los ánimos del pastor de la iglesia, el reverendo Lovejoy; cuando Bart y Lisa confiesan no estar bautizados sufre un desmayo...
Flanders es un fanático religioso, un personaje burlesco, un tópico exagerado... ¿o no?
Un recorrido por las iglesias -católicas y protestantes- deja ver que hay Ned Flanders habitando en ellas. Creyentes que han perdido el rumbo, la visión crítica y, en ocasiones, la falta de sentido común. Se han fanatizado hasta limites que alcanzan e incluso sobrepasan el ridículo. Los Ned Flanders son más comunes de lo que uno imagina, incluso hay iglesias "flanderisadas", sumidas hasta la médula en un ambiente fuera de todo sentido.
¿Qué caracteriza un Ned Flanders? Las tres características que dejo a continuación pueden resultar sorprendentes para los ateos y todo aquel que, en definitiva, se halle fuera del círculo de una iglesia, pero garantizo -como ex-evangélico que ha pisado decenas de iglesias durante más de diez años- que ha sido extraída de casos muy, muy reales:
- Leer sólo la Biblia. ¿Es la Palabra de Dios el único libro que lees una y otra vez? ¿Crees que los demás libros no merecen la pena o que están corrompidos? Enhorabuena, acabas de cometer suicidio intelectual. ¡Pero alto! Habrá quien suspire aliviado porque tiene muchos otros libros en su casa: el último manual de vida cristiana escrito por el pastorzuelo norteamericano de turno, y que, salvo por algunas metáforas ocurrentes, es exactamente igual a tantos y tantos otros manuales escritos en los últimos treinta años. Relaciones de pareja, oración, espiritualidad... los temas nunca parecen suficientemente agotados, ¡claro que no! Siempre hay una forma más ocurrente de decir lo mismo.
- Creer a pies juntillas lo que dice el pastor. Hace unos años, cuando todavía asistía a iglesias protestantes, un amigo me dejó un DVD en el que, según sus palabras, un pastor daba un "mensaje realmente bueno". Cuando empecé a visionarlo me encontré con una iglesia norteamericana de más de cien miembros. El pastor hablaba sobre la cercanía del final de los tiempos, y anunciaba que el "Anticristo ya camina entre nosotros". A continuación encendió un proyector y mostró una fotografía ampliada sobre la pared. En ella aparecía un hombre alto y bien parecido que vestía uniforme militar de gala. Quedé desconcertado al ver que aquel personaje era ni más ni menos que el Príncipe de Asturias. En la soledad de mi habitación no sabía si reírme de la ocurrencia o llorar por la ignorancia de los presentes, quienes asentían respetuosos cada uno de los vaticinios de un pastor que señalaba al próximo Rey de España como el futuro líder mundial. Años después me he preguntado si alguno de los miembros de aquella iglesia se preocupó en averiguar quién era el hombre de la diapositiva. El pastor nunca dijo su nombre; dudo que supiera algo de él.
La ignorancia campa a sus anchas por muchas iglesias. Con frecuencia esto se debe a la endémica relación de creyentes y ancianos con los puntos primero y tercero de esta lista. Cuidado.
- Vivir en la burbuja cristiana. La burbuja cristiana es uno de los mayores males que he observado. Existen creyentes que, además de leer sólo libros cristianos, escuchan sólo música cristiana y se relacionan sólo con cristianos. Todo en su vida gira en torno elementos que necesariamente tienen que estar ligados a la iglesia. Lo de fuera está podrido, enfermo. El objetivo es alejarse del mundo... y vaya si lo consiguen. Tal es la distancia con todo lo que no sea cristiano, tan gruesa hacen la burbuja que su universo se transforma. Ya no pertenecen a la sociedad; viven en otro universo paralelo en el que todo gira en torno a reglas distintas. Suena increíble, ¿verdad?, pues no hay más que ver el último vídeo de moda en las redes sociales, protagonizado por el grupo de chicas católicas Flos Mariae. El vídeo es una muestra digna de la antología de lo estrambótico... para los de fuera de la burbuja. Porque si uno vive dentro de la burbuja, si pertenece a ella, el vídeo no es tan raro; incluso puede llegar a resultar inspirador. Es el resultado de una vida aprisionada en elementos caducos, de la condena automática a influencias exteriores, de la más absurda de las cerrazones. Es, de nuevo, un suicidio intelectual.
Quizás tras leer estos puntos Ned Flanders no resulte tan fantástico; quizás hasta se vea menos cómico de cómo nos lo muestran. La cruda verdad es que, en esta ocasión, la realidad puede superar sobradamente a la ficción.
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