Muchos artistas se desesperan cuando ven que su obra, ésa que tanto esfuerzo les ha costado desarrollar, no alcanza el éxito que merecería. En ocasiones dicho éxito no depende más que de un golpe de suerte; de llegar a las personas adecuadas en el momento adecuado. En otras ocasiones sucede que el artista ha producido algo verdaderamente malo, aunque él no sea consciente de ello, y por más que se esfuerce en mostrar su trabajo al universo, éste siempre le devuelve una merecida bofetada.
Sin embargo, muchas veces ocurre que su obra no ha sido vestida de la manera adecuada: la portada de una novela, la puesta en escena para una pieza teatral, la adecuada exposición de un cuadro... es lo que yo llamo vestir el arte, un elemento casi tan importante como la propia calidad de la obra.
Los artistas, con frecuencia, pasan por alto este importante detalle. Muchos sí lo tienen en cuenta, pero -como le pasa a un servidor- carecen de gusto y perspicacia, elementos necesarios para saber vestir el arte.
Por fortuna hay gente a la que se le da realmente bien eso de buscar ropa artística para lo que otros crean. Editores, escenógrafos, directores, marchantes, ilustradores, diseñadores... el artista aplicado buscará la compañía de estas personas.
De modo que si estáis pensando sacar adelante vuestro talento, aceptad este consejo: buscad un buen sastre de arte. Tal vez, gracias a su ayuda, tengáis buena parte del camino andado, pues vestir el arte puede conducir una obra al éxito... incluso aunque no lo merezca.
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