Confesiones literarias XIX: los personajes que me crearon

Hace años hablé con un escritor consagrado, alguien que en los sesenta llegó a superar el millón de ejemplares con una novela valiente que, por culpa de los ojos de la censura, decía mucho con los silencios y poco con las palabras. 

Mientras comíamos en un restaurante de Barcelona, aquel escritor me dijo que la profesión le había transformado en un observador de personas extraordinario. Él era despistado por naturaleza (con aquello me sentí identificado), pero cuando necesitaba fijarse en alguien lo hacía con una precisión milimétrica. Años describiendo personajes le habían dotado con una perspicacia inusual, de tal modo que cuando se fijaba en las personas de carne y hueso era capaz de ver su carácter, sus miedos y anhelos, sus mezquindades y virtudes. 

Sentí que aquel escritor me hablaba de un superpoder. No le creí... hasta que me describió a mí.

Los personajes y las personas se entremezclan en la cabeza de un escritor, porque cuando ya está inmerso en la profesión de las letras toma costumbre en visualizar personalidades, en que sus personajes cobren vida. Ambos, los reales y los imaginarios, se cruzan, porque el escritor toma de los primeros para completar los segundos, y completa los segundos para comprender los primeros, y todo, en definitiva, a veces sirve para comprenderse un poco mejor a sí mismo. 

Todavía me falta mucho camino para tener el superpoder de los grandes escritores. De hecho, no sé si algún día llegaré a desarrollarlo (si lo hiciera, eso sí, no se lo contaría a nadie. Estas cosas es mejor callarlas). 
Pero sí sé que he comprendido mejor a ciertas personas a partir de los personajes que inspiraron. Y de este modo, la mujer real que fue Leandra me ha llegado a parecer más humana después de escribirla. El hombre que encarnará a Bertram Kast (un personaje de una novela todavía sin publicar) me produce pena, pues he llegado a ver lo complejo de un carácter tan encendido como el suyo, y gracias a mujeres como Margarita Valle he aprendido que hay gente que no puede evitar ser malvada.

Solemos decir que el escritor crea sus personajes, pero pocos saben cuánto camino se recorre en sentido inverso. Hoy dedico la entrada a todo lo que los personajes dan a un escritor y a los lectores. Todo lo que enseñan desde el mundo de las letras, tan irreal y tan vivo a la vez. 

Tengo mucho que agradecer a los personajes que me crearon, y espero intrigado a los que todavía están por llegar para ver qué clase de nuevas experiencias me enseñan.

1 comentario:

Mayte Esteban dijo...

Me ha encantado lo que cuentas porque no puedo estar más de acuerdo. Incluso cuando hablas del escritor despistado que a su vez es capaz de fijarse en todos los detalles de las personas hasta "conocerlos" de un simple vistazo. No sé si es un súper poder o es algo que sucede cuando observar es innato en ti: te abstraes hasta el punto de que tu atención se centra en otro foco que no es necesariamente lo que está sucediendo a tu alrededor. A veces, de la observación de detalles se extraen más conclusiones que de las palabras.

¡Sigue conociéndote!