Cuando hablan los personajes

Leí en un foro, no hace mucho, cómo una escritora confesaba sentir que sus personajes la rebasaban, y que tomaban conciencia propia, resolviendo por sí mismos dificultades que ella no había sabido solucionar en la vida real. 

En efecto, en ocasiones sucede que los personajes de una novela adquieren vida propia, y de acuerdo
con ella manifiestan intenciones acorde con su personalidad. A veces esas intenciones pueden conducir el rumbo de la novela y alterarlo, siguiendo vías que el mismo escritor no tenía planeadas, pero que resultan ser más creíbles que su plan inicial.

He experimentado esa sensación en varias ocasiones. Una de las más importantes que recuerdo sucedió cuando comprendí la personalidad de Leandra Veldecker, en la trilogía Praemortis,y quién era ella en realidad. La noticia me cayó como una sorprendente manifestación, algo que no tenía planeado, pero trastocó de tal forma el curso de la historia, que Leandra terminó por convertirse en uno de mis personajes más valorados. 

La costilla de Caín no se queda atrás. Mientras preparo la segunda edición de la novela, leo en los comentarios de los personajes una personalidad que se manifestó más allá de lo que planeé, y que ha resultado ser una grata sorpresa. El carácter de estos ha resultado ser uno de los grandes logros de esta historia. Es un punto sobre el que se detienen la mayoría de las críticas, por eso hoy dedico esta entrada a algunas de sus frases. He aquí una selección de cómo sus voluntades se escaparon a mi control, y conformaron personalidades más allá de lo que tenía planeado escribir:

Como científico, procuro buscar la vía más razonable posible, pero cuando ésta no se presenta, me niego a descartar una teoría alternativa que sobrepase nuestros actuales descubrimientos. Mis colegas, inspector Arrazaga, prefieren callar cuando encuentran algo inexplicable. Lo que me diferencia de ellos es que yo siempre voy en busca de un argumento, aunque éste transgreda la frontera que se ha autoimpuesto la comunidad científica. Pero al fin, mi objetivo no es otro que el de encontrar una respuesta para las incógnitas que nos rodean.
Prof. John M. Baldinger


Recuerden esta noche, este instante. Es el momento en el que nos convertimos en héroes. Ella es una bestia aborrecible deseosa de nuestro aliento. Se estremece con el deleite de darnos alcance, como ha hecho con tantos hombres y mujeres del pasado. Pero tómense un instante y miren a sus compañeros. La historia se repite, hermanos. Nos hallamos preparados para encontrarnos con el monstruo, igual que hizo el propio Odiseo en la historia perpetuada por el poeta Homero.
 Paulo Dantas

El padre Samuel. Sí, él era mi maestro, mi mentor. Él me escogió para derrotar a la Primera Bestia, para escudriñar manuscritos perdidos y olvidados por la ignorancia del hombre. Él me tenía como uno de los mejores, como uno de sus preferidos, pero yo le fallé. Es el mayor guerrero que existe contra las huestes del mal. El hombre más sabio. Sí, ha sido bendecido con la sabiduría, señalado por el dedo de Dios para derrotar a la Primera Bestia. Él... fue hombre, pero ya no es como nosotros. Ya no…

Nicolás Bleu

Llevo años persiguiendo un sueño, una inspiración. El mundo debe cambiar. Fíjese bien, la guerra está dirigida por la sed de poder de hombres indoctos; ambiciosos y estúpidos a partes iguales. No saben dirigir un gobierno; de hecho ni siquiera se preocupan por él. Sólo buscan la riqueza, el poder y el control, pero jamás la prosperidad del pueblo. Yo pretendo cambiar el sistema, desmontar la avaricia que corroe a quienes controlan las naciones y transformar las fronteras. Pero ¿he dicho transformarlas? No, ¡mucho más! ¡Eliminarlas por completo! ¿De qué sirven? Dividen al hombre y generan en su interior en anhelo de lo que posee el otro. Yo acabaré con eso. ¿Lo comprende, Baldinger?

Hans Maximilian Wackermel


Y, como colofón, un extracto de Raúl Sibeud, el narrador. Aviso de spoiler ;) 

Llegamos a Madrid a mediodía, a la Puerta del Sol. El cielo, que había amanecido nublado, se espesó hasta transformarse en borrosas láminas de diferentes tonos azulados. Apenas pusimos un pie en la plaza el aire se perló con la danza de diminutos copos de nieve, que se diluían apenas rozaban los adoquines. Caminamos rumbo al piso de Dantas, cruzándonos con hombres y mujeres arrugados bajo sus levitones, con el rostro oculto hasta la nariz en boas y bufandas. Sólo los niños parecían ignorar el frío; corrían de un lado a otro por la plaza, buscando rincones en los que la nieve hubiera cuajado para iniciar una guerra de bolas, y como sucedía en la vida real, ellos también elegían su bando: aliadófilos o germanófilos, listos para una contienda inocente que nada tenía que ver con la verdadera; aquélla que estremecía al mundo. ¿Serían ciertas las palabras de Hans? Quizás nuestro carácter, tan poco dado a la coincidencia de pareceres, tan proclive a desatar nuestra autodestrucción, tan rebosante de una codicia que ignoraba el valor de la vida misma, era el culpable de que Escila abriera sus fauces a nuestro universo. Me estremecí al comprender que, en cierta medida, el capitán Wackermel me había convencido. Quizás existían en nuestro mundo hombres de una crueldad tan insana, tan insensibles a las matanzas que se sucedían en cada frente, que merecían ser arrastrados por Escila a su particular dimensión, a un reino dominado por el terror y por un caos imposible de ordenar mediante las leyes de nuestro acotado razonamiento. Resoplé intentando evitar aquellas divagaciones, pues la penosa realidad era que, cada día, los periódicos lanzaban noticias que mostraban un lamentable derroche de maldad.

Raúl Sibeud 

3 comentarios:

Valdemar dijo...

Interesante. Vas descubriendo cosas, MA. Tiene n cierta vida propia.
De hecho actualmente elaboro un artículo sobre "Anatomía del Personaje de Novela", así que he leído tu escrito gustosamente.

R.

Maricarmen Romero dijo...

La escritora, Rosa Montero, española, que escribió Crónica del desamor y otros, piensa que el autor debe ser humilde y dejar de lado su voluntad para que el personaje se vaya presentando a sí mismo y que de alguna manera el autor es un “médium” de ese individuo y que cuando lo vas desarrollando es el mismo personaje que se va manifestando como es. Que crear una novela es como un sueño, tú no escoges el sueño que vas a tener, ya que el sueño mismo se te impone.
No soy escritora, solo una buena lectora, pero hay personajes tan vívidos que pienso y me pregunto si de verdad han existido. Me pasó con Baldinger y con Hans (quien por sus palabras me hace pensar en los Activistas). Como has documentado tanto y debes haber leído muchisimo, supongo que te has encontrado con "seis personajes en busca de un autor" de Luigi Pirandello. Y como punto final, no quiero ser empalagosa iba a decir demasiado, mejor solo digo: Te admiro y ya!!

Ana dijo...

Lo que dijiste es muy cierto. A veces, hasta es imposible de evitar.
Aparte: La nueva portada de La Costilla de Caín está estupenda!!!!!