A duras penas.

Ya lo advertí la semana pasada: comienzo con los exámenes. En mi caso no es una etapa especialmente dura, pero a esta nueva temporada de exámenes se ha añadido varias e inesperadas complicaciones.

Ayer noche, al pretender disfrutar con un nuevo capítulo de Galáctica acompañado de mi bolsa de pipas, me golpeé el pie contra la pata del sillón.

Hay quien dijo que la función del dedo meñique es "hallar" los muebles en la oscuridad. Bueno, en mi caso ha sido el corazón; el tercero si cuentas desde el pulgar, y el tercero si cuentas desde el meñique. Justo ahí.
Al principio no me dolió demasiado, pero me he pasado toda la noche revolviéndome en la cama, acosado por un dolor incómodo, entre la vigilia y el sueño. Al despertar, he notado algo que no percibí ayer: un más que sospechoso entumecimiento, inflamación y tono amoratado. Para colmo, al descorrer las cortinas del balcón me he encontrado un paisaje otoñal y, como un macabro presagio, he recordado dónde está exactamente mi paraguas: colgado en el perchero, detrás de la puerta de mi habitación... en casa de mis padres.
Hoy, 9 de junio, tengo el primero de cinco exámenes. Cinco que podrían ser los últimos de toda la carrera.
Pero no pienso ceder. ¡No voy a rendirme a la crueldad veleidosa del destino! Llegaré a la facultad. Lo haré, aunque sea cojeando, empapado y congelado de frío. ¡Voy a levantarme, amigos míos, y a enfundarme con decisión las zapatillas!

Bueno... con decisión, pero con cuidadito...

Para que luego digan que la vida de estudiante no es complicada.

3 comentarios:

Javier Santamaría dijo...

Animo Migui y sobre todo suerte!!!

Miguel Ángel dijo...

¡Vamos compañero! Mucho ánimo y a por ellos, que esto se acaba...

Acuática dijo...

¡Mucha suerte! Espero que los cinco últimos exámenes sean últimos de verdad ;)
Un beso!