El patriota. De Miguel Ángel Moreno

Hace siete años tuve la oportunidad de vivir una temporada en Inglaterra. Durante ese tiempo me di cuenta de que me había vuelto un patriota de la lejana España. Este convencimiento surgió del mismo modo que uno comprende que ama a la mujer a la que acaba de dejar. "No se sabe lo que se tiene hasta que no se pierde", se suele decir. Así sucede cuando vives en una tierra distinta a la tuya.

Volví convencido del amor hacia mi país,  y dispuesto a hacer oídos sordos de los necios que llaman a esto "fascismo" y soplaguindeces por el estilo. En esta forma de pensar no entra la fidelidad absoluta a una clase política. Voto lo que creo apropiado en cada momento. En las últimas elecciones no pensé en ninguno de los partidos mayoritarios. El PSOE, regido por un auténtico pusilánime, nos había llevado del superávit a una deuda monumental. Por otro lado, jamás me he sentido identificado con el Partido Popular. Me parecen una panda de retrógrados, nietos del catolicismo más inquisitorial e hijos de la clase pija de este país. Sinceramente, poco tengo que ver con ellos.

Damas y caballeros, éste no es un blog dedicado a la crítica política. Jamás he querido publicar mis impresiones sobre las estulticias que vomitan nuestros gobernantes, si es que todavía se les puede llamar de este modo. Pero claro, a uno le gusta el país en el que vive, y termina cansándose de ver tanto chorizo salir impune; de que, a la hora de abrirse camino en el mundo laboral, pueda más ser "pariente de..." que el talento; y sobre todo, del circo político que tenemos que sufrir.

Cuando escucho las tertulias políticas y veo las noticias, se me antoja que nuestros políticos no tienen ni repajolera idea de cómo sacarnos del pozo en el que estamos. No saben por dónde tirar porque no son verdaderos políticos, sino fantoches ascendidos al poder vete tú a saber por qué suerte de estrategias o enchufes. 
No saben lidiar con una auténtica situación crítica, ya que el país se sostenía desde hacía tiempo más o menos solito. ¿Qué sucede ahora, cuando llega el momento de demostrar que se es un verdadero estratega? Pues que nos encontramos con un montón de inútiles que ni siquiera saben hablar idiomas. Uno irremediablemente se pregunta dónde están los intelectuales, que los hay en nuestro país a puñados (aunque cada vez menos porque, incógnitas de la vida, su talento no es reconocido y tienen que marcharse fuera). A estos no tenemos más remedio que aplicarles el dicho de las meigas. 

Y de este modo, cada día vemos cómo se monta el espectáculo político frente a nuestras narices, que es aquello que mejor saben hacer quienes se dedican a esto, (era lo que ha funcionado siempre, ¿no?). 

Una monumental puesta en escena. A cacarear todos. Los que estaban antes hacen oposición, que es lo que se supone que tienen que hacer. Critican al gobierno actual quienes nos dejaron a dos velas; muy bien, machotes. 
Pero luego les toca a los actuales gobernantes, que también han aprendido a cacarear muy bien. La herencia es la culpable. Yo no quiero hacer lo que hago... pero lo hago. No hay trabajo, así que subo el precio de todo. Ole tus huevos.  
Es decir, que si antes tenías poco dinero, ahora vas a tener menos. Esto nos permitirá ahorrar. Claro, ahorraremos todos, ellos y nosotros. No gastaremos porque todo está muy caro, y si no se gasta no se mueve la economía, y si no se mueve... 
Pero claro, hay que mantener el circo: la medida es vitoreada por todo el partido, quiero creer que para acallar los abucheos de los de la oposición; esos que, si les votamos en las próximas elecciones, ahora sí que sí que nos van a sacar de la crisis. Palabrita del Niño Jesús. 

Y mientras, en las calles, la gente quejándose en una manifestación multitudinaria. Pero los políticos a los suyo. Para qué van a escuchar al pueblo. 
Tampoco saben hacerlo, dicho sea de paso. Es tal la distancia que existe entre nosotros y ellos que ya no entienden el idioma de la queja. No atienden a las concentraciones, porque, de hecho, creen que son las mismas que hace diez años, ésas que no había que temer...

Damas y caballeros, esto es lo que siento, expresado desde lo mucho que valoro el país en el que vivo, desde un sentimiento patriótico. Este gobierno está firmando su salida, eso está claro, aunque no sé si para dentro de cuatro años, o en menos tiempo, porque al ritmo al que van tengo la esperanza de que nosotros nos cansemos antes de sus medidas absurdas, y de ver cómo nuestro presidente pone el culo para que Bruselas se despache a gusto. Casi hasta parece que tengan ganas de irse, viendo todo lo que les ha caído encima.

Eso sí, cuando se vayan, no seamos nosotros los borregos. Si vuelve a salir el PSOE os prometo que me descojono de risa. A ver si va a resultar que vivimos en una novela de George Orwell y no lo sabíamos.

No os confundáis, queridos lectores, no creo que exista un partido político perfecto. Probablemente siempre nos quejaremos, unos u otros, de las medidas que adopten nuestros gobernantes, pero me da en la nariz que el bipartidismo ha favorecido una corrupción de infarto, y ha propiciado, además, intereses muy alejados del conseguir el bienestar del pueblo.

Seamos patriotas. Basta de subir al poder a estos señores que sólo saben pelearse entre ellos.


2 comentarios:

Javier Peñas Fernández dijo...

En primer lugar, quiero mostrarte mi admiración por ser un escritor con obra publicada y por la valentía de mostrar una opinión política en un blog de contenido fundamentalmente literario. Dicho esto, permíteme discrepar con el fondo de la entrada: que en España tenemos la mala suerte de tener una casta de políticos no sólo ineptos sino "chorizos" y que deberíamos echarlos.

Empezando por esta última tarea (echarlos) en democracia sólo hay una forma de hacerlo: las urnas. Y, si los que salen no son los que tú votaste (como es mi caso), pues no sólo se tiene que aguantar uno sino que tiene que preguntarse "¿no será que el que está equivocado seré yo?". En mi opinión, esa es la esencia de la democracia que, por ahora, es el menos malo de los inventos para hacer soportable la vida en comunidad. Todas las demás alternativas nos devolverían al pasado o a entornos con los que, mejor, no compararnos.

Y en esa convivencia, enlazando con el primer apartado que mencioné, es necesario que en comunidades amplias exista un grupo que administre y tome decisiones mientras que los demás escribís novelas o, como en mi caso, intentamos hacerlo. Que habrá inútiles e, incluso, ladrones, por supuesto pero, salvo a través de la acción de la justicia, no tenemos/debemos más que hacer. En la misma medida que tenemos que aguantarnos con los ladrones que hay entre los empresarios y trabajadores: si los conocemos, denunciémoslos. Pero es que, además, estoy convencido que el noventa y muchos por ciento de los políticos son honestos y que son sólo una minoría los que ensucian la imagen de esa profesión, minoría amplificada por los medios de comunicación, que serían materia para otra entrada.

Perdona por haberme extendido tanto, pero cuando veo comentarios negativos tan globales me veo en la obligación, casi en la necesidad, de intentar contrarrestar el pesimismo generalizado con algo de optimismo. Al final, es un pequeño desahogo para sentirme un poco mejor.

Por último, agradecer tus entradas, que he leído con mucho interés desde el comienzo. Yo soy uno de esos lectores en la sombra que mencionabas en uno de tus entradas de hace unas semanas.

Saludos.

Javier Peñas

Unknown dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Javier. Estoy de acuerdo contigo en mucho de lo que dices. Creo que jamás tendríamos que salirnos de la democracia. Sin embargo, los políticos que vemos todos los días en televisión me parecen poco o nada preparados para el problema de nuestro país. Creo que no están haciendo las cosas bien, y que no hay esperanza de que las vayan a hacer mejor en el futuro. Abogo por una regeneración política; eso sí, desde la democracia y con las urnas por delante. De todos modos, tu optimismo me ha llegado. Quizás no haya que meterlos a todos en el mismo saco, y centrarse en el trabajo de cada político por separado, independientemente de su partido.
Gracias.